Te recuerdo, mi niña, que pinté tu retrato
con toda aquella esencia
que aún te representa:
temperamento fuerte con aniñados rasgos;
desnuda de volantes, el pelo alborotado,
y, no obstante, princesa,
de cowboys y piratas eras la realeza
en tus juegos rebeldes, más propios de muchacho.
Lápices de colores plasmaron esa impronta
que no ha de abandonarte;
y capté en ese instante
un futuro y presente de entrañable persona.
No dejes que el retrato se te vuelva amarillo,
guárdalo en tu recuerdo cuando yo me haya ido.
Idella
(8-07-08)
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