Es otro otoño, igual a tantos otros.
El viento
se cala en los resquicios
y golpean las puertas en el patio de atrás.
Un recuerdo lejano
ha venido volando con las hojas
a instalarse en la casa,
por sus fueros,
y me mira de frente
con un brillo de espejo que ha quedado difuso,
escondido tras polvo y telarañas
y amarillez del tiempo.
Y le vuelvo mi rostro,
no quiero contemplarle en esta fase
de cristal quebradizo con un mal azogado.
Que me espere allá lejos,
donde los ruiseñores,
donde la leve brisa
de suspiros al aire
y besos a la sombra de un viejo quitasol.
Ahora que es otoño,
para que no se enfríe, no lo quiero conmigo,
con mis flores marchitas
de enclaustrado silencio.
Que regrese al pasado
como aquella quimera que no habrá de olvidarse.
Que me espere allá lejos
porque yo iré en su busca
en las noches vacías cuando llegue mi invierno.
Idella
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