Era mi dolor tan alto,
que la puerta de la casa
de donde salí llorando
me llegaba a la cintura.
(Manuel Altolaguirre)
GLOSA
Salí por ver si tenía
mi cielo un negro color
y un sol abofeteador
de amarillo lo teñía.
Lo miré y no comprendía:
no era negro, ni cobalto,
y estaba de nubes falto.
Tuve una angustia envolvente
sintiendo que de repente
era mi dolor tan alto.
El color no era adecuado
para el alma que sufría,
y sentía que moría
por un cuchillo afilado.
Con el pecho aprisionado
por una dura argamasa
y ardiendo como una brasa
yo quise echar a correr,
pero más no pude ver
que la puerta de la casa.
Y por ella me introduje
huyendo de amarilleces
sin pensármelo dos veces
haciendo acopio de empuje.
Al saber que el alma cruje
se va la pena agrandando
con los dolores sumando.
Y no me quise albergar
en aquel triste lugar
de donde salí llorando.
Vagué bajo el sol ardiente
sin esperar un consuelo,
acompañada del duelo,
de toda lógica ausente.
Afuera calma aparente
y por dentro la amargura
por tan triste coyuntura
me privaron de razón
y creí que el corazón
me llegaba a la cintura.
Idella
(10-4-07)
(10-4-07)
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