Sufrí en mi corazón tus puñaladas;
las heridas abiertas, como labios,
suspiraban dolientes los resabios
de entregas desdeñadas.
Marchándote segaste la corriente
con que al cerebro el alma transmitía
y no vi ni sentí, quedé vacía
al percibirte ausente.
Te esperaba despierta, con fruición,
con el alma en la mano te esperaba,
mi poesía, y nunca me llegaba
tu cruel inspiración.
Idella ESteve
(17-6-06)
8 comentarios:
Duro poema y cruda la realidad que se describe. Pero estoy seguro de que esa es la que sintió el corazón y transmitió a la mano que escribió estos versos hace ya, casi seis años.
Un abrazo en la noche Isabel.
Rafael
Pasión e intensidad no te faltan, amiga, para llenar de poesía el alma y el cuaderno.
Segura estoy (y no sólo por la fecha) que esa poesía hoy en día no te falta; "para muestra...un botón"...
Mis abrazos para ti.
Tardó pero llegó la inspiración. Cuánta impotente soledad contenida para un corazón y un alma que siempre están tan expuestos al dolor.
un abrazo
Supongo, Rafael, que a todos nos ha pasado que en un tiempo determinado notas esa sequía, esa falta de inspiración que desespera, ese pensar en algo que escribirías y sólo te llegan a la mente versos que ya han escrito otros. Afortunadamente sólo son rachas.
Un beso en la mañana.
Isabel
Ya sabes, Maritza, son rachas en las que encuentras que quieres decir tanto que no dices nada, no sabes cómo.
Muchas gracias por tu lectura y por las palabras que siempre me dices, que son un verdadero aliciente, de verdad.
Mi beso hasta Chile.
Hola Toni:
Yo creo que al final siempre llega, hay que aguardarla con intensidad.
Gracias por tu lectura.
Un abrazo
Preciosa por dolida esta poesía, felicidades.
Un saludo.
Muchas gracias, José Manuel, por tu comentario.
Un abrazo
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