Ya mi puerta cerrada con pestillo,
no se abre la ventana a la esperanza,
ni tampoco al recuerdo, ni al olvido,
cerrazón, cerrazón dentro del alma.
Tratar de romper muros será en vano,
todo lo que hizo daño quedó afuera,
y tengo el corazón atrincherado
detrás de mi robusta fortaleza.
No le temo a los vientos del otoño
ni a nieves ni a ventiscas del invierno
ni al negror que hay debajo de mis ojos,
cenizas que quedaron tras el fuego.
No le temo a la vida ni a la muerte
ni de la rosa a todas las espinas,
ni a la ardua soledad de mi presente
ni a la belleza que quedó marchita.
En soledad de sal, en mi costumbre
de tragarme los llantos y callar,
no quiero ya mentiras que me abrumen.
Prefiero mi encerrada libertad.
Idella Esteve
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4 comentarios:
Qué dolorosos versos, amiga.
Cuánto llega a destruir al ser humano el sentirse traicionado, vejado, humillado, desamparao. Cuando el desamor llega a nuestra puerta,le ponemos mil cerrojos al alma...pero así no se vive, de ninguna manera.
"no quiero ya mentiras que me abrumen.
Prefiero mi encerrada libertad".
Son unos versos tremendos, de una potencia exquisitamente triste, en esta oportunidad.
Disculpando mi ausencia involuntaria por tu sitio, aprovecho de invitarte a que me visites también. Para alimentarnos o retroalimentarnos mutuamente (si es que no es redundancia decirlo así).
Así nos construímos. Te parece?
ABRAZOS MILES.
Corrección: Debe decir DESAMPARADO.
;)
BESOS.
Sí, Maritza, duele sentirse traicionado. Pero en mi caso, cuando escribo, no sólo me refiero a la traición amorosa, hay tanta, tanta, traición en la vida, tantas situaciones, tantas cosas que me duelen: tanta mentira.
¿Sabes? me cuesta mucho escribir versos optimistas, aunque, casi siempre, después del pesimismo , deje un resquicio para la esperanza, para la solución.
Muchas gracias por tu visita, yo también he estado un poco apartada. Me pasé por tus dos blogs, que me encantan.
Mil besos
;) ♥
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