Persiste en la memoria aquel viaje
de extraña singladura.
La mañana más negra que una noche,
un lunar en el sol de mi cordura.
No sabía hacia adonde navegaba
y quedé a la deriva
sin aperos, sin vientos, sin estrellas,
que ofrecieran alguna alternativa.
Venía el horizonte desde lejos
en cielo confundido
y se iba acercando amenazante
mostrándome en su faz lo más temido.
Sentía cómo un miedo incontrolado
se instalaba en mi mente.
Sólo entonces paré de pensar, sólo
para llorar desesperadamente.
Idella Esteve
(12-01-09)
2 comentarios:
El miedo quizàs al periplo de la vida. Navegar sin brújula ni bitácora. UN abrazo. Carlos
Hola Carlos:
Miedo al futuro, a nuevos horizontes. ¿Será por aquello de "más vale malo conocido..."?
Gracias por tu visita.
Un beso
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