Como estulta mujer, que se dispone
a batallar con su cercano invierno,
me detengo en lejanas primaveras
a recoger las flores
y propagarlas por los campos áridos
en época de frío.
Mas no es tiempo de siembra,
ni tampoco me sirven los pétalos de rosa,
ni miro entusiasmada a la Osa Mayor.
Así que, ya lo ves, he perdido mi rumbo
y sola me dispongo a pasar la nevada,
relegada y marchita,
al lado del calor que da la chimenea
(por falta de otros fuegos).
Observo, entre cristales,
los grises de ese cielo que me anuncia las nieves.
Atizo la fogata
y a la luz de sus llamas voy escribiendo en versos
las mil interrogantes que inundan mi razón
desbordándome el alma.
Y espero, una vez más,
ese brote de verde con que siempre se anuncia
el final del invierno.
Idella Esteve
(3-2-08)
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