Hoy soy lo que no pensé
cuando al mundo yo me abriera
en lejana primavera
desatándome el corsé.
Pero siempre a contrapié
fui desde mi nacimiento
y mi alma y sentimiento
sufrieron los desengaños,
que ya, al paso de los años,
solo siento aburrimiento.
No pienso lo que pensara;
mi sentir es una escara
que me han dejado los daños.
Porque aunque soñé ilusiones
en mi ilusa juventud,
me han mudado la actitud
los constantes bofetones.
Y he sufrido castraciones
allí donde más dolía:
la muerte de la utopía
de hallar un mundo mejor,
sin rapiña, sin dolor
ni extremista ideología.
Idella Esteve
(24-08-12)
4 comentarios:
Que bien lo describes: el tiempo
ese inefable compañero que nos
acompaña y nos va moldeando con
la experiencia a lo largo de la
vida.
Muy descriptivo.
Quizás nadie somos como pensamos hace años y a veces, la desilusión nos envuelva y las nostalgia regrese, por aquellos momentos en los que quizás soñábamos con abrazar al mundo y a un futuro muy lejano, pero con la ilusión intacta de la juventud.
Un abrazo y feliz fin de semana.
Hola, Paco:
Sí, el tiempo es inefable; pero no es el tiempo sino las circunstancias lo que nos cambia, como tu dices: la experiencia, la vida en sí.
Muchas gracias por tu visita.
Un abrazo
Hola Rafael:
A través de la vida, de la experiencia, de las decepciones, llegamos a otra visión y a otros pensamientos y, desgraciadamente, a través de la impotencia, a la deseperación, e incluso después de ésta (que no nos conduce a nada) al descreimiento y a la apatía. Creo que yo estoy en ese estadio.
Un beso en la noche, amigo.
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