No te fuiste.
Pero dijiste adiós
y fue bastante
para que te guardara en la maleta
los sueños, la avidez del apetito
en tantas noches blancas
tras los pardos ocasos
después de días negros.
Y guardé la esperanza
en un cajón al fondo.
Inopinadamente
descongelé el carácter
que había almacenado en mi nevera
por el miedo de la caducidad,
y cambié los colores
en mi cara y mi casa
maquillando el fracaso.
Dijiste adiós y te quedaste cerca.
Y yo, a mi vez, quedé
cercanamente lejos,
dejando preparado
a la salida
tu equipaje de ausencias.
Idella Esteve
Pero dijiste adiós
y fue bastante
para que te guardara en la maleta
los sueños, la avidez del apetito
en tantas noches blancas
tras los pardos ocasos
después de días negros.
Y guardé la esperanza
en un cajón al fondo.
Inopinadamente
descongelé el carácter
que había almacenado en mi nevera
por el miedo de la caducidad,
y cambié los colores
en mi cara y mi casa
maquillando el fracaso.
Dijiste adiós y te quedaste cerca.
Y yo, a mi vez, quedé
cercanamente lejos,
dejando preparado
a la salida
tu equipaje de ausencias.
Idella Esteve
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