miércoles, 15 de febrero de 2012

Cásida de la rosa


En un rincón oscuro del jardín
crecía, triste rosa sin color,
en contraste con otras rozagantes,
dulcemente bañadas por el sol.

La rosa diminuta parecía,
famélica, tristona y amustiada
porque un joven, gallardo jardinero,
a prestarle atención no se paraba.

Lloraba con las gotas de rocío
amargor destilado por sus hojas.
Un tenue rayo, por azar, brillante
en ella se posó: la volvió hermosa.

Rodeada de un halo de misterio
vivió en la oscuridad de su rincón,
emanando fragancia cual ninguna,
recibiendo del mozo un gran amor.

Idella Esteve
(12-9-05)

4 comentarios:

Rafael dijo...

Parece la cruz del poema de los Quintero: "...Era un jardín sonriente; era una tranquila fuente de cristal..."
Bello poema, que me hizo recordar aquel otro, en el que supiste plasmar en las tres primeras estrofas el mensaje de tristeza que te proponías, dejando para la última ese "halo de misterio" que rematas hábilmente con el último verso: "...recibiendo del mozo un gran amor..."
Gracias por seguir obsequiándonos con estos poemas rescatados.
Un abrazo en la noche,
Rafael

Idella Esteve dijo...

Pues sí, debió quedárseme grabado ese madrigal cuando lo leí en "Amores y amoríos". Era yo muy niña y muy romántica y volvía una y otra vez a él para aprenderlo de memoria (entonces solía aprender muchos poemas de memoria: "A Margarita Debayle", "Oriental", y muchos otros que todavía hoy recuerdo)
Debería de estar en mi subconsciente cuando escribí mi poema, que a veces aunque tímidamente me sale una pequeña venita romanticona.

Gracias a ti por tus palabras y, siempre, por tus visitas.

Un beso en la mañana.

Idella Esteve dijo...

Rafael, se me olvidó decirte que casi siempre que escribo de la rosa estoy haciendo una alegoría de la mujer, una en concreto o en general.

Un beso

Rafael dijo...

Sí, Isabel, lo suponía, pero gracias por aclarármelo.
Un beso,
Rafael