La dicha entre tinieblas no es perfecta.
Quizá soñar
sea lo más terrible.
Duelen los besos dulces
y hasta el placer
cuando despiertas duele.
Duele el mar tempestuoso,
y la mar apacible,
y los ríos tranquilos,
y las bravías aguas.
Duele la inundación y la sequía.
Duele el niño con hambre,
la comida de barro,
la mano que la otorga,
esa madre que mira
y que no encuentra ayuda.
Y entre medio de todo,
ver al que se enriquece.
Duele.
Duele el volar de mariposas negras
o de pardas palomas,
o del carro de Helios,
cuando tienes consciencia
que ya todo en el mundo
duele y duele.
Idella Esteve
(17-10-11)
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