Te entregas día a día
a un dios que no te escucha
y le haces mil preguntas
que no hallan respuesta.
Y te vas lacerando
con corona de espinas
que te oprimen la mente
haciéndote sangrar
de sangre negra.
Y lleva cada gota
humores de las dudas
que nacen en tu credo:
y temes a la muerte
y te asusta la vida.
Y nada te conforta
cuando el oído es piedra
y el corazón no existe.
Idella Esteve
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