Para matar mis versos
no hacen falta pistolas
venenos o cuchillos
ni del techo una soga;
se mueren poco a poco
de asfixia y en la sombra
porque les falta fuerza
a su fuerza ampulosa.
Nacen poemas muertos
por exceso de aromas
en lugares comunes
de amores y derrotas;
y no puedo enterrarlos
con flores y con pompa:
son comunes lugares
crisantemos y rosas.
Y se muere con ellos
después de la congoja
un alma apasionada
que versear no logra.
Idella Esteve
(4-10-06)
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