No estés triste, poeta,
aunque tú no lo sepas yo te leo,
siento tus bellos versos y deseo
poder hacerme amiga de las musas
que se acercan a ti.
Como ya podrás ver, no lo consigo,
porque ellas no se encuentran bien conmigo,
se agolpan ante mí pero se escapan,
me dejan con la miel entre los labios
mientras van a inspirar a otros autores
presintiendo, quizás, que son mejores.
No te quejes, poeta,
tú, que tienes el don de la palabra,
la chispa, el buen hacer y la elegancia;
tus versos para mí tienen fragancia
que envidiarían las fragantes flores;
tus palabras versadas son colores
que empleara un pintor en su paleta
para el cuadro mejor.
Date por satisfecho.
Si tienes que lanzar un alarido
no lo dudes jamás y hazlo muy fuerte,
de emplear la palabra tienes suerte;
llevan alas los versos de tu escrito
y el alma vuela libre con el grito.
Idella Esteve
(21-9-05)
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