Un silencio incoloro entre mis labios
supura poco a poco
pasándose a los dedos,
y duerme la palabra entre las sombras
de los cimientos de mis catedrales.
Adentro queda el llanto, más adentro,
mezclado con un rictus de alegría
como sangre en las venas
de un sólido encofrado.
Y el grito nunca supo que fue grito,
se quedó encallado en un lugar
en su ascenso del sótano a la boca,
perdido el color rojo de su fuerza.
Idella Esteve
2 comentarios:
Gracias por rescatar estos poemas de hace seis años. Es un placer disfrutar de sus versos.
Rafael
Gracias de nuevo por tu visita, Rafael.
Sí, parece que me hubiera transportado al año 2006, bueno, me estoy dando una vueltecita por allí (aunque este poema concretamente está recién horneado)
Un abrazo.
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