jueves, 13 de octubre de 2011

La caverna

Ya nada puede haber que nada sea,
ni la virtualidad
ni las sombras chinescas en el muro,
y a la vez
es todo discutible
a la luz de la llama de los fuegos
o del rayo de sol
o moradas tinieblas.

Me detengo en las voces
que pretenden mostrarme su postura
pero no se sostienen
con el pasar del tiempo
y me vuelvo otra vez a la caverna,
callada
-ya no me importa convencer a nadie
ni hallarme convencida-,
y contemplo el desfile
de borrosos contornos
con la mirada ausente
de un alma catatónica.

Veo pasar espectros que traje del fulgor
y se confunden
o luchan
con los de las hogueras;
pero yo no discierno
porque se ha obrado en mí una lobotomía.

Idella Esteve
(6-12-07)

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