Me busco en el silencio que habita mi silencio.
Allí estoy escondida
aguardando al insomnio para salir apenas
y mirarme en las sombras
por si me reconozco en este nuevo estado.
¡Cómo duele la luna!
Traspasa la ventana y me llena de miedos
el frío de la almohada
que se ha ido colando en el alma y la mente
por todos los resquicios
que ha dejado el vacío de mis horas felices.
Y cuando llega el día
sigue la ingratitud con el ruido y el tráfago
para abocarme luego
a otra noche de dudas, gélida, inabarcable.
Idella Esteve
(10-04-13)