sábado, 13 de febrero de 2010

Diálogos poéticos con Ravis



... que aquí aparece como un monólogo for faltar, evidentemente, la parte correspondiente a mi partenaire, Pepe.

Aunque tiene unos años ya, me gustó la experiencia, me divertí haciéndolo y hoy lo recuerdo con cariño.

Idella.



Una vez... hace algún tiempo...






*
Verte pasar por mi lado,
añorarte sin tenerte,
con el pensamiento inerte
y el corazón desbocado

anhelando tus caricias
sin demostrarte pasión:
me impide la educación
el disfrutar tus delicias.

Y cuando cerca te veo
y me envuelve tu fragancia,
tengo que, con elegancia,
disimular mi deseo

pues tú eres hombre casado
y yo mujer recatada
que nunca se atrevió a nada
y dejó su amor castrado.

Ya no es por mí ni por ti
aunque no te lo parezca,
por mucho que me apetezca
no puedo quererte así.
18-12-05



*
(y en respuesta a Ravis):

¿Me estás echando los tejos
de manera descarada?
Lo dije: soy recatada
y no sigo tus consejos.

Y si hiciste esa promesa,
haberlo pensado antes,
no me cambies tus talantes
por hacer de mí tu presa.

Poner hijos por excusa
no tiene merecimiento
ni me convence, lo siento,
¿me tomas por una ilusa?

Lo que dentro de ti guardas
sigue escondiendo, cariño,
no te portes como un niño
aunque de deseos ardas.

Porque te debes a ella
y no quiero ser razón
de romper un corazón,
vete raudo cual centella.

No me mires al pasar,
deja de jugar con fuego,
no lo tomes como un juego
porque te puedes quemar.

Tengo que decirte adiós
y así mi cáliz consumo,
no somos uno: yo sumo
y tú y yo sumamos dos.
(Marzo 2006)

*
Muerto debiste caer
antes de comprometerte;
mi delito fue quererte
y no lo quisiste ver.

¿Acaso me preguntaste
si yo también te quería?
Y viendo que me moría
¿sin dudar no te casaste?

No me vengas con pamemas
que ahora ya no viene al caso;
apura de un trago el vaso
de fuego con que te quemas

Pero mira, corazón,
algo feliz sí me siento
de escuchar tu sentimiento
y que busques mi perdón.

Tengo las uñas clavadas
en las palmas de mis manos
tengo mis cabellos canos
y mis carnes laceradas,

y soy sirena varada
que en la playa se quedó
esperando al que marchó,
sin amor y abandonada.

Todo esto a ti te lo debo,
mi dolor y sufrimiento,
te lo juro, no te miento
y con mi pan me lo bebo.

Reflejos son de mi pena
tu gloria y tu penitencia,
arrójalas sin clemencia
y tira de la cadena.

Disfruto de libertad,
ni milagro ni victoria,
sólo a ti debo mi “gloria”:
la de mi virginidad.
(Marzo 2006)

*
Ay, Señor, cuánta desdicha,
ay, por Dios, qué sufrimiento,
esconder el sentimiento
por no ser la verdad dicha.

Tanto como te quería,
lo mucho que tú me amaste,
pienso que te equivocaste:
fue un fallo de antología.

Careciste de coraje
te faltó la iniciativa,
y tu acción caritativa
me pareció un camuflaje.

No es virtud lo que hay en mí
pues no he podido escoger
y no es cosa de placer
sentirme tratada así.

Ya la virtud no me importa,
tampoco la educación,
si matar el corazón
es todo lo que comporta.

Nunca hubo hielo en mis manos
siendo mi pecho un volcán,
pero contuve mi afán
con cilicios espartanos.

Ahora de nada vale
porque siento renacer
algo que a toda mujer
por el alma se le sale.

Y tal es mi condición
de amarte a pesar de todo
que aunque me revuelque en lodo
te entrego mi corazón.

Ven a mí que estoy vacía,
arrástrate hasta mi puerta,
dejaré la puerta abierta,
acaba con mi agonía.

De este cáliz ya harta estoy,
no temo lo que suceda,
es poco lo que me queda
y quiero entregártelo hoy.
(Marzo 2006)

*
Al fin te muestras sincero.
Acabemos el calvario,
yo seré tu corolario
y tú, el amor que venero.

Adórame cuanto quieras,
inmólate con mi lava,
ese fuego que no acaba
y consume sin que mueras.

Bájame del pedestal,
ama como ser humano
que mi amor no es un arcano
ni soy diosa, ni vestal.

Te quiero a pesar de todo
y lo mucho que he sufrido;
por lograr lo prohibido
luchemos codo con codo.

No mantengas enjaulada
la paloma de tu dicha,
pon en la mesa tu ficha
y arriésgate en la jugada.

Emplazo a tu valentía
para que vengas a mí
porque si no soy de ti
no seré siquiera mía.

Deja obrar los abogados,
sepárate sin temor,
acaba con el dolor
y los ayes acallados.

Tú no puedes exigir,
te lo ruego por mi Dios,
el quedarte con las dos,
no te quiero compartir.

Decídete, corazón,
acaba esta pena mía
que me sume en la agonía
y me priva de razón.
(Marzo 2006)


Idella

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