Sombras de otoño
En sombra me he convertido,
soy sombra de lo que era,
en mi ya no hay primavera
el tiempo la ha consumido.
En el otoño me encuentro,
veo sombras por doquier,
tan nublo es mi atardecer
que se me llueve por dentro.
Brotes hubo en el camino
que se fueron amustiando,
espectros el alma ajando
y ensombreciendo el destino.
Sólo la sombra me alumbra;
no hay deidad, lucero o sol
ni un mortecino farol
que libere mi penumbra.
*
A mi espejo
Espejo, me intimidas.
Dime por qué me acosas,
por qué ya no reflejas
de mi cara las rosas.
Di por qué te empecinas
en mostrar mis despojos,
lo ajado de mi piel,
las líneas de mis ojos,
el rictus de quebranto
por tantas frustraciones,
por heridas abiertas,
por cerradas pasiones.
Espejo, ponte un velo
si no quieres mentirme,
no quiero las verdades
con que sueles herirme.
Contigo disfrutaba
cuando mi primavera;
hoy, llegado mi otoño,
ya no soy la que era.
Refléjame por dentro
obviando mi envoltura,
proyecta en tu cristal
mi oculta galanura.
*
Muerte
Muerte, tú, mi compañera
que al nacer naces conmigo
no te extrañes si te digo
que se hace larga la espera
de que vengas a buscarme.
Con tu guadaña piadosa
me cortarás acuciosa
lo que hayas de cercenarme:
El cordón umbilical
que me une con el mundo,
este penar tan profundo,
este regusto bilial.
Este estar a toda ultranza
al frente de la batalla,
este corazón que estalla
porque nunca encontró holganza.
Este cansancio infinito,
este ahogo, esta opresión,
esta fatal desazón.
Escucha, Muerte, mi grito.
Idella Esteve