domingo, 29 de abril de 2012

Décimas agrarias


Sierra que sierra, los grillos
qué tesón bajo la brasa,
verdugo sol de justicia,
tizón que nos atenaza.
(Juli Mediavilla)

Dormitan los animales,
el río pasa sereno,
arriba se quedó el trueno
guardado en sus arsenales.
El día tiene cristales
y nos refleja los brillos
de unos cielos amarillos
y un calor que nos destila.
Te agrandas en mi pupila
sierra que sierra los grillos.

No hay gentes en los corrillos,
es un día de labor,
la espalda siente dolor,
no es tiempo de chascarrillos.
Las viejas hacen bolillos
a la sombra de una casa
de emblanquecida argamasa.
No paran las lagartijas
de asomarse en sus hendijas.
Qué tesón bajo la brasa.

Y la jornada no pasa,
las horas transcurren lentas
con las labores cruentas
y un calor que los abrasa.
El esfuerzo les rebasa,
no es mero afán de codicia
es búsqueda alimenticia
queriendo hallar el mendrugo
debajo de su verdugo,
verdugo sol de justicia.

Es la herencia vitalicia
que tiene los lugareños
para ver cumplir los sueños
en su vida arrendaticia.
No llamemos estulticia
a lo que sólo es cachaza:
hay que armarse de coraza
-amén de resignación-
para sufrir privación:
tizón que nos atenaza.
(5-1-09)
*
Soy una pobre urbanita,
el campo me sobrepasa,
mi agro-cultura es escasa
y en sembrar soy imperita.
Mas tengo alma de zurita
y al sobrevolar los prados
van mis ojos animados
para captar la belleza
de la campestre proeza
entre llanos y collados.

No hay cosa que yo ame tanto
como el color de las flores,
de las frutas los sabores
y del ruiseñor el canto.
Pero para mi quebranto
yo no tengo el genuino
toque con que el campesino
sabe ayudar a parir
nuevos frutos, y exprimir
las uvas para un buen vino.
(1-2-09)
*
Los domingos de mañana
acompañaba a mi abuelo
a almorzar bajo un ciruelo:
sardinas y una manzana.
Corría por la solana
descalza por los bancales,
cogía de los maizales
las mazorcas para asar
¡Qué bonito era mirar
el rojo en los cerezales!

Pero mi abuelo se ha ido,
ya no tengo el cerezal
y, para agravar mi mal,
hace tiempo que he crecido.
Parece un simple descuido,
no hay domingo, no hay mañana,
se convirtió en ciudadana
la niña que al campo amó,
del que sólo disfrutó
una vez a la semana.

Nunca pudo darme abrigo
una finca en la campiña,
el campo abierto, de niña,
era mi entrada y postigo.
El sol fue nuestro testigo
y sintiendo el aire libre
escuchaba el gran calibre
de la historia del abuelo
bajo el azul de un gran cielo
entre espigas de jengibre.
(26-05-09)
*
El asfalto es mi rutina,
con prisas y con carreras
cuido unas enredaderas
que me alegran la retina.
En el monte o la colina,
en el prado o la cañada,
de la ciudad alejada
me gustaría vivir:
ventana abierta al sentir
y olor a tierra mojada.

Pero le temo a los rayos,
tormentas en campo abierto,
encontrarme al descubierto
sin un triste pararrayos.
No tengo en las manos callos,
mi vida contemplativa
no sería productiva:
ni verdura ni legumbre
¡cómo puede la costumbre
de ser de ciudad cautiva!
(15-07-09)

Idella Esteve

8 comentarios:

Anónimo dijo...

SUS CONOCIMIENTOS PARA ESCRIBIR SON INMENSAS!!!
UN ABRAZO

Teyalmendras dijo...

Olor a tierra seca acariciada por la lluvia... atmosfera de pueblo y plazuela.

Disfrute muchisimo el texto.

Besos almendrados ;)

Marisol Puche dijo...

Muy bonitos Isa Mari. Un saludo y un beso

Idella Esteve dijo...

Hola ReltiH:

Muchas gracias por tus palabras.

Un beso

Idella Esteve dijo...

Hola, Almendrado amigo, me alegra mucho que hayas disfrutado, a mí tambien me gustan las décimas y disfruto haciéndolas.

Gracias por tu paso.

Un beso.

Idella Esteve dijo...

Hola, Marisol:

Me alegra mucho que las encuentres bonitas, sé que te gusta el rimado.

Gracias por la visita.

Un besote.

Ceciely dijo...

Una bonita forma de contar tu infancia...siempre añoramos el tiempo pasado...está pegado a nuestra piel...tu poema tiene rima y música propia...
Felicitación...
abrazos

Idella Esteve dijo...

Gracias a ti, Ceciely, por tu visita.

Un beso